Con el objetivo de ampliar la oferta turística de la capital balear, en el año 2005 se celebró un concurso para el diseño de un nuevo Palacio de Congresos y un hotel en el frente marítimo de Palma. Fruto de esa convocatoria, el proyecto comenzó a construirse en 2008 y, a pesar de la paralización temporal de las obras —entre 2010 y 2012— como consecuencia de la crisis económica, el edificio pudo ser finalmente inaugurado en 2017. La propuesta entendía que trabajar en un solar rico y sugerente desde su dificultad de geometría y dimensión suponía elaborar una nueva ‘traza’ urbana de la ciudad. Estrecha y extremadamente alargada, la parcela refiere más a una idea de límite urbano de grandes dimensiones, capaz de albergar un edificio significativo con un programa complejo y diverso.
El proyecto mira al mar, y esta mirada se materializa en una fachada gruesa, de cinco metros de anchura, construida recurriendo a técnicas de ingeniería naval que, además de evitar el soleamiento directo desde el sur, alberga las escaleras y comunicaciones que unen los diferentes espacios y programas. Así, esta fachada al sur es como una muralla con recorrido, densa pero también abierta y que, en su espesor, a través de espacios ambiguos que no acaban de ser interior o exterior, se confunde con el paseo mismo. Su alter ego lo constituye la fachada norte, cuyo espesor se conforma a partir de los contenidos más ‘sirvientes’ del edificio. De esta manera se establece un doble esquema en peine —público al sur, privado al norte—, eficaz en términos funcionales.






