Intervenir frente a uno de las obras más relevantes de la arquitectura moderna con un presupuesto limitado resulta un escenario privilegiado a la par que complejo que exige un ejercicio avanzado de sensibilidad . Los arquitectos encargados del proyecto recurrieron a una interpretación muy personal sobre las columnas del pabellón y las columnas neoclásicas. Las primeras quieren desaparecer en la estructura, las otras se muestran erguidas frente al mundo, casi queriendo despegarse del suelo. Se proponen ocho columnas cuyos tambores son bidones desgastados y soldados entre sí, como llamada de atención a los residuos que nos rodean en las ciudades. Los materiales también trabajan en la misma dirección: chapas de acero lacado con una pátina y unas mezclas de colores irrepetibles, halladas sólo con el paso del tiempo.
Columnas conmemorativas Pabellón de Barcelona
Luis Martínez Santa-María y Roger Sauquet Llonch
Barcelona, España
Ocho columnas, ocho líneas verticales contrapuestas a la horizontalidad de la arquitectura del Pabellón de Barcelona de Mies van del Rohe.