El proyecto tiene cuatro objetivos: aprovechar todo lo que fuera útil del edificio original, deshaciéndose de todo lo que no podía ser reutilizado; trazar una estrategia de intervención definiendo aquellas acciones imprescindibles, de carácter más conservacionista o más aditivo, que permitan recuperar y aumentar el potencial de uso de todos los espacios; establecer un diálogo con el contexto; y elaborar una propuesta sostenible, tanto respecto a lo que preexistía como a las nuevas intervenciones. 
El Centro se divide en tres cuerpos conectados entre sí por un atrio. El volumen principal alberga las dos salas protagonistas, el salón de actos y el antiguo comercio; otro volumen central; y el último y único sin acceso a la calle, que forma una L con los dos anteriores. El atrio se compone de una sucesión de vaciados en los que se observan rastros físicos de toda la historia del edificio. Esta sucesión de vaciados consta de una suerte de calle interior que une los tres cuerpos y todas las salas mediante un recorrido que va desde las piezas más públicas hasta las más privadas. 
Ya que las cubiertas preexistentes no se podían reutilizar, se construye una nueva que cubre todo el edificio, y que se descompone en tres cubiertas ligeras a dos aguas que se asocian volumétricamente a los tres cuerpos estructurales.