Es la continua, vasta y delgada línea imaginaria de fondo que alberga la experiencia de los brasileños que viven en la región central del país. Es esta amplitud, junto con la belleza de sus habitantes, lo que nos conmueve. Sin embargo, ¿cómo puede la arquitectura hacerse relevante en un lugar marcado por memorias, técnicas, estéticas y ritmos rurales e indígenas? El proyecto alberga a 540 niños que estudian en el internado de Canuanã. Su objetivo era la transformación, la recuperación cultural, el fomento de las técnicas constructivas locales, el conocimiento autóctono y la belleza; junto con la construcción de una noción de identidad y pertenencia, necesaria para el desarrollo y educación de un niño.

Un metálico techo delgado y blanco, apoyado en una estructura ligera de madera siguiendo una retícula regular de 5,90m por 5,90m cubre las aldeas y los espacios comunes. Más allá de la protección contra el sol y la lluvia, el tejado y la retícula crean un espacio intermedio entre el exterior y el interior, funcionando como una gran terraza que marca el vasto horizonte y enmarca el paisaje. El uso de madera laminada encolada de eucalipto en los elementos estructurales, tiene dos ventajas: la versatilidad y las características sostenibles de los elementos prefabricados, en respuesta a la necesidad de acelerar la construcción y minimizar los problemas en el funcionamiento de la escuela.

Desde el principio quedó claro que había un gran potencial en las técnicas de construcción locales que utilizaban el suelo local en forma de muros de adobe. Este material orgánico rugoso, que se desempeñaba muy bien en el clima y representaba la conexión entre las personas y el lugar, fue elegido como el norte constructivo y estético de la propuesta.