Almudena y Jordi querían una casa en planta baja. Tienen dos hijos pequeños y muchas aficiones, como la música, las manualidades o la cocina. El objetivo de la vivienda es que los miembros de la familia puedan compartir el máximo tiempo posible juntos, independientemente de la zona de la casa en la que cada uno se encuentre.
El volumen se trabaja a partir de las formas irregulares del solar y de manera que permita contemplar el paisaje de viñas del Baix Penedès y reservando cierta privacidad.
La articulación de la casa se basa en diferentes caminos continuos con un eje central: un patio interior acristalado. Esta forma nos permite crear una casa con circularidad y unir las diferentes partes del día a día. Por esa razón, no importa si estás preparando la cena mientras los niños hacen los deberes: siempre tienes la sensación de estar con tu familia.
Más allá de los caminos, cada habitación de la casa ha sido construida de forma independiente, pieza por pieza, trabajando sobre techos inclinados que dan una expresión diferente a cada habitación. Las cubiertas son de hormigón y se han mantenido con toda su historia: línea de encofrado e imperfecciones del proceso de trabajo.
En cuanto a la materialidad y su construcción, trabajan con materiales a la vista en búsqueda de dotar a la casa de humanidad: cerámica, hormigón y madera. La construcción ha seguido el método tradicional: una vez construida la estructura, las paredes y los techos se cubrieron con aislamiento de madera para garantizar que no hubiera puente térmico de forma natural y transpirable.